domingo, 20 de diciembre de 2009

Homertá.

Blanca: Si ese hinvécil quier una guerra, la va a tener. No sabe con quién se la juega.
Xis: Blanqui, cariño. Tú no te enfades. Tendrá su merecido.
Tess: Soy capaz de ir a esa clínica y arrancarle el corazón y hacerme un collar con él y unos pendientes con sus pelotas.
Tomata: Kia.
Blanca: Debimos deshacernos de él antes de que empezase esta istoria. Aora ya no valen medias tintas, tenemos que tomar medidas radicales.
Xis: Me das miedo, Blanqui. ¿Qué quieres decir?
Tess: ¿Picoletos?
Tomata: ¿Kiaaa?
Blanca: La benemérita no está para estas cosas. Ellos son hombres de honor y de lei. Mi padre y mi avu me miran desde el cielo.
Xis: Blanqui, me das más miedo.
Tess: A ti te dan miedo hasta mis pedos, guapa.
Tomata: Kia a a a a a.
Blanca: Hablo de un sicario. Hablo de honor, de venganza. De unos capatos de zemento.
Xis: ¿Capatos? ¿Qué son capatos?
Tess: Zapatos, tonta. Es que la pobre no tiene el graduado.
Blanca: Eso tu madre, linda.
Tomata: Kia kia kia kia kiaaaaaa.
Blanca: Mira la garpacha como se ríe. Haver si te ríes tanto cuando te rebiente el cutis.
Xis: Niñas, niñas, haya paz.
Tess: Yo prefiero que haya guerra.
Blanca: Labamos a tener. I será muy sangrienta, lo juro por la memoria de Milú y de la perra de su madre.

¿Qué me pasa Doctor?

- Doctor, ¿es grave?.
- Es su cuarto infarto, hasta ahora hemos tenido mucha suerte, pero me temo que usted no pone los medios, no nos está ayudando.
- Soporto mucha presión, demasiadas cargas. Una tremenda responsabilidad reposa sobre Nos.
- ¿Sobre quienes?
- Sobre Nos.
- ¿Quienes son?
- Déjelo. Tengo muchos problemas, usted no lo entendería.
- Tiene usted un problema muy grave de obesidad, casi estamos hablando de obesidad mórbida. Esta última intervención ha sido desesperada.
- ¿Me está usted llamando gordo, matasanos de mierda? Seguro que usted está con ellos. Seguro que tiene la casa llena de gatos ¿verdad Doctor Micifú?
- Perdone, no sé de que habla. Estamos tratando de salvarle la vida.
- ¿Quienes?
- Nos.
- Vaya usted a reirse de su puta madre, Membrillo.
- Mire, no tengo porque tolerar sus insultos. Le dejo, mañana hablaremos cuando esté más calmado y razonable.
- Váyase, no necesito a ninguno de ustedes cerca. Sé que es todo parte de un plan para acabar con la Escoraaaaa.
- Buenos días, señor.

- Enfermera, enfermera, maldita sea, ¿es que nadie me escucha en este hospital de mierda?
- Tranquilícese, ya estoy aquí. Relájese, esos no son modos.
- ¿Dónde ha metido mi portatil, ladrona?
- El doctor recomendó que no lo usase en unos días.
- Me importa una mierda lo que diga ese indocumentado, ese siervo del gato. Deme mi ordenador o deseará no haber nacido.
- Tome su mierda de ordenador y muérase.
- Necesito una cuña, perra.
- No hay cuña hasta mañana. Utilice el pañal que le hemos puesto.
- ¿Qué nos has puesto en el gotero, mala bruja?

- Me toman por loco, quieren que me crea que todo es producto de mi imaginación. Ingenuos, pobres ilusos mediocres. Nos ya bregaba en los mares del sur cuando ninguno de estos imberbes había nacido. Nos, dueño y señor de la Isla Tortuga, nos, azote de los lameculos, nos, al que la Milá reclamó en su día para que volviese. Nos, lo único que el gato teme más que nadie pinche en la publicidad de su maldita página. Nos, el que va a exterminar a esa mala perra de Bilitis, el único capaz de sarse cuenta de que Blanca es una espía rusa. Nos, el que predijo el ataque, la madre de todas las guerras... nos, dios, nos, padre, nos hijo y espíritu santo, nos el que nunca... se zzzzzzzzzzz...

- Hermana, soy yo. Ya está dormido. Sí, ya ha metido su clave, estamos dentro de la Escora. ¿Qué quieres que hagamos, hermana?

Coplillas navideñas.

Dices que tu corazón sangra,
dices que está muy maltrecho.
Que hacen pipipi las máquinas
que te atan a tu lecho.

Mejor se pararían todas
y dejarían de pitar,
que yo con mis dulces besos,
si que te iba a reanimar.

Al morir, llegué a este monte.
Ahora este es mi casita.
Aquí me cuidan mis monjas,
Blanca, Xisca, Tess y Axita.

Me mima bien mi italiano,
don martini “el chiquitito”.
Poco a poco me lo bebo,
sin perder ningún traguito.

Yo Bilitis, la cabrona
Cabra buena, no una perra
Esa es la cabra hijaputa
La que les limpia la mierda.

Tú, mi H, el infartado
Mal hombre, cerdo, mal bicho
Ojala yo pueda verte
Bien enterrado en tu nicho.

Un lugar entre las nubes.

La tormenta de nieve parece que jamás terminará. Pero aquí todo está en calma. La lumbre calienta mis débiles huesos. Mi Majuelo me acaba de traer un martini rojo calentito, con dos aceitunas, cargadito de ginebra como a mí me gusta. Miro por la ventana. Curiosas formas se dibujan en el cristal. Sin darme cuenta dibujo una letra. La borro rápido. Un escalofrío me atrapa. Era una H.

Los recuerdos. La estación de la muerte. Fuimos jóvenes, éramos rebeldes. Yo le amé mucho. Ahora sé que él nunca lo hizo. Sólo fui una más en su larga lista. Otra que exprimió. Robó mi corazón, mis mejores años, mi alegría. Mi flor de primavera que ahora yace enterrada en un bosque frondoso, impenetrable y seco. ¿Cómo pudiste, mal hombre? Me has roto el corazón y me has expulsado de nuestro reino. Esa casa que con amor y verdad construimos, azote de los falsos y de los que se arrastran. Esa mansión libertaria, donde yo sin ser borbona, era tu reina. Ese barco, faro y guía, que sin mí no es nada más que una sombra de lo que un día fue.

El horizonte se pierde al final del blanco manto. Enterraste lo nuestro, lo cubriste de heces malolientes. Diste alas a las alimañas que roían mis pies. Yo estaba ciega, no quería ver. Inventaste falsas guerras para ocultar que era yo la que te estorbaba. La vieja Bilitis, la cabrona, tú otro yo, decías, tú alma gemela.

Ahora sólo quedan, las ganas de llorar al ver que nuestro amor se aleja. Yo podría cuidarte muy bien y no esas zorras que ahora van contigo. Yo te daría mi amor sin rencores. Yo te haría calditos y te los llevaría en un tuper al hospital, todo el día pegada a tu cama. Si no me hubieses hecho tanto daño, no estarías ahora así. El buen dios te ha dado tu castigo, mezquino, que pediste un portátil en tu lecho de muerte, no para escribirme, si no para joderme. Pero tranquilo, que en tu propio pecado llevarás la penitencia. Tienes cerca de tí a alguien que conoces muy bien pero a la que ni siquiera recuerdas. A esa hermana que me obligaste a maldecir sólo para satisfacer tu propio orgullo y tus ansias de aniquilación. Pero esa será ahora la que termine de cavar tu tumba, mal hombre. Luego seré yo la que cierre la tapa y me mee de risa sobre ella.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Limbo.

Neuro: Bili, todo está sucediendo como predije. Algunos tomaron a Nos por loco, pero ahora tendrán que cerrar la boca.
Bilitis: Yo nunca dude de ti, amor. Tu sabiduría es aún más grande que el volumen de tu cuerpo.
Neuro: Sabía también eres tú, por los años que acumulas a tus espaldas, hija de faraones.
Bilitis: Vieja, sí, pero no gorda, amor. En fin, Nos, pozo en el que me miro cada mañana, ilumina a la Escora, ¿qué debemos hacer?
Neuro: Un engaño, Bili. Jugar a su mismo juego. Recuerda la Isla Tortuga. Recuerda al Gran Cabrón. Nos ya inventó todo aquello.
Bilitis (con gesto de cansancio): Sí, algo de eso ya he oído. Alguna que otra vez.
Neuro: El malvado Gato y su lame culos de la capa, quieren destruirnos. Les estorbamos, les hacemos sombra. Saben que la luz de nuestra libertad les eclipsa, ahoga su represión, sus ataduras. Ellos se han vendido al dinero de los reyes, Nos y vosotros, navegamos por aguas turbulentas, sin pedir perdón, sin patria ni amo. Elle Chiri, el Membri, el Cartero, todos ellos forman parte del mismo plan para desestabilizarnos. Quieren quitarnos de en medio antes de que llegue Septiembre. Temen que les robemos las almas de los auténticos foreros libertarios que vagan errantes por la red.
Bilitis: Suena al pequeño saltamontes, amado mío.
Neuro: Vete a reírte de tu puta madre, saco de huesos rancio. ¿Estás conmigo o estás por tocarme los cojones?
Bilitis: Siempre a la verita tuya, barrilete mío.
Neuro: Fingiremos que la Escora se hunde. Es la solución. Eso les hará confiarse.
Bilitis: ¿Pero cómo, mi gordito relleno?
Neuro: Necesitamos una cabeza de turco, una pobre imbécil que sepa del juego y a la que podamos usar con facilidad.
Bilitis: ¿Te parece bien Lunaris, mi garbanzote gordo?
Neuro: Dije una pobre imbécil. No una víbora con retraso. Nos preferiría dormir rodeado de serpientes de cascabel que acercarme a esa.
Bilitis: Tengo a la persona adecuada. Cuatro ojos.
Neuro: ¿La vieja? Bilitis, esto es muy serio, deja de decir las sandeces a las que Nos tienes acostumbrados.
Bilitis: Mi querido saquito de donuts, no es una tontería, Cuatro es perfecta para esto. Tiene fama de enmierdar todo lo que toca. Todo lo destroza a su paso con sus chismes y sus cuentos. Podemos hacerles creer a todos que yo ya no soporto más sus sandeces y te obligo a decidirte entre ella y yo. Tú no te decides y yo voy subiendo el tono. O se va ella, o me voy yo. Y ante el poco caso que me haces, me pongo lastimera como Karla, como si fuese una perra apaleada a la que tú ridiculizas.
Neuro: Entonces Nos, finjo que te doy la escoooooooooora para ti solita, quitando y poniendo hilos según me vaya saliendo de mi badajo.
Bilitis: Yo lloro cada vez más.
Neuro: Yo cada vez más puteo.
Bilitis: Cuatro apenas dice nada y empieza a aparecer por el Gato.
Neuro: Lame el culo al Gato y ataca al de la capa. Así los desestabilizamos y nadie sospecha, porque nos hemos ido.
Bilitis: El plan es perfecto.
Neuro: Salvo que Cuatro la cague y se le escape algo.
Bilitis: O salvo que Elle Chiri investigue y se de cuenta de todo.
Neuro: No te preocupes por ella. Su ego será su fosa. No obstante, para asegurarnos, lo haremos cuando ella esté de vacaciones.
Bilitis: Te amo, terror de las básculas.
Neuro: Un día, acabaré matándote de verdad, por lo graciosa que eres.

viernes, 21 de agosto de 2009

Una mirada al futuro.

Hospital psiquiátrico. Celda acolchada. Una inmensa mole de carne, cubierta por una camisa de fuerza hecha a medida para poder cubrir toda la masa corporal del sujeto. El hombre, sentado en el centro de la habitación, con la mirada perdida, ausente de inteligencia o vida, expresión bovina entremezclada con la de lechón camino del matadero. Por debajo de la camisa de fuerza, se ve asomar una inconfundible y mugrienta túnica de color fucsia. Hilos de baba le caen de la boca que se entreabre, ligeramente, para emitir un gruñido que pretende ser una melodía infantil.

Un barquiiiitoooo de cascara de nueeeeeez navegando por maaaaaaaaares de papel…

miércoles, 19 de agosto de 2009

Día 12. Confesiones en la madrugada.

01:02 Confesionario.

Azazel: Hola, ¿qué pollas queréis a estas horas?
El: Hola, preciosa. ¿Qué tal estás? Tú siempre tan señorita, tan de tu casa.
Azazel: ¿Quién hostias eres tú? ¿Dónde coño está la Peputa?
El: No te preocupes mucho de quién soy yo. De momento te basta con saber que soy un buen amigo. O que lo puedo ser, si tú quieres.
Azazel: Yo no tengo amigos. Y menos con polla. Ni puta falta. Sólo me follo a las pollas y hago que babeen por mi coño.
El: Ya, dicen que eres muy buena en eso. Me han contado que lo que mejor haces con la boca no es hablar, precisamente.
Azazel: La más puta, cabrón de mierda ¿quieres que te lo demuestre?
El: No hace falta. No vengo buscando eso, no te emociones tanto.
Azazel: Todos buscáis eso. Deja de disimular. Puedo olerte desde aquí.
El: ¿Me vas a dejar hablar o esto es solo una ocasión más para que creas que puedes lucirte como hacías cuando contabas todas tus andanzas y te morías por llamar la atención y ser la estrella del blog de tu querida mente enferma?
Azazel: Sois todos de la misma mierda. Eres realmente original, cariño. Habla de una puta vez. Cuéntame tu vida, cuéntaselo a la niñita mala.
El: Bien, vamos mejorando. Es un comienzo. Dime, cariñín ¿estás a gusto dentro de la casa? ¿Todo bien para la señora?
Azazel: No me quejo. Hay sangre y pollas. Para mí, perfecto.
El: ¿Y qué tal la polla de tu Sena? ¿Me han dicho que ya no se pone dura como antes? ¿Está viejecito el pobre? O a lo mejor es que estás perdiendo facultades ¿no te parece?
Azazel: ¿Qué cojones sabrás tú de eso, pedazo de maricón? ¿Alguna vez antes de hoy se te había empinado a tí? Me da que tú eres más de poner el culo ¿me equivoco?
El: No hablamos de mí. Ni de la mía, hablamos de la suya. Me da que se está cansando de ti. Ya sabes, los hombres siempre se cansan rápido.
Azazel: Aún no he visto ninguna polla que se haya cansado de mi coño.
El: Pues me da que tú intuyes que el viejo está buscando nuevos horizontes. Volar lejos, dejándote unos besitos y una cartita en la almohada.
Azazel: Una puta mierda, mamón.
El: Te dirá que es el estres de todo esto que ha organizado. Que no es por ti, que no te merece. Pero te miente. El siempre miente.
Azazel: Una puta mierda.
El: Eso es lo que siempre has sido para él. Una puta mierda. Ahora que ya te ha utilizado buscará carne fresca. La tuya ya la ha catado y no era para tanto.
Azazel: No tienes ni puta idea. Le tengo comiendo de mi coño. Nadie me deja nunca.
El: ¿Tú crees? ¿Estás segura? ¿Crees que te lo cuenta siempre todo? ¿Te ha hablado de lo de tu madre?
Azazel: ¿De qué cojones hablas? No metas a mi madre en esto, puto engendro.
El: No hablo de tu madre la indigente. Hablo de tu verdadera madre.
Azazel (con cara de extrañeza): ¿De qué hostias me hablas?
El (en tono dulzón y sarcástico): Poooobrecita. No me digas que no te ha contado nada. No sabes nada del gran secreto. Eso es que a lo mejor no confía del todo en ti. O que te utiliza, como en él es costumbre. En eso sí que es un maestro.
Azazel: Yo lo manejo a mi antojo. No me cuentes putas mentiras, hijo de la grandísima puta. No me creo nada de tu puta mierda.
El: A veces me pregunto que sería de ti si no existiese la palabra “puta”. Me da que hablarías por señas. Pero a lo que vamos, de momento, no me hace falta que me creas, tontita. Aunque sé que ahora dudas. Hay cosas que no te cuadran ¿verdad? Te propongo una cosa solamente. Pregúntale a tu salvador, que qué hacía en Agosto del 78 por Barcelona. Observa su reacción. No eres tonta del todo. Después, piensa si te interesa una venganza en condiciones, una masacre de las buenas y no la mariconada que él te ha vendido. Total libertad para hacer, impunidad absoluta y una cantidad en metálico imposible de rastrear. Así ya no te hará falta que te vuelvas a abrir de piernas. Sí no quieres, claro… Espero que ahora te haya quedado claro, que tu amiguito no es el que mueve los hilos para nada. Yo soy el que manda. Piensa, medita y decide. Ahora vuela, pajarillo. Puedes volver con tu polla blanda.
Azazel: Ya haré yo lo que me parezca, siempre hago lo que me sale del coño, mamarracho. Por cierto, ya que tú eres poderoso y omnipotente, oh, gran Dios ¿podrías conseguirme una botellita de Moe & Chandon (modo Amaia) para bebérmela a la salud de mi Vinagre y celebrar la última gran comida del Pescadito? Dicen que en sus últimas voluntades, había pedido que le enterrasen con una foto del Rey. Creo que Destra ya ha ido a llevársela. ¿Se sabe ya de qué ha muerto?
El: Algo le habrá resultado indigesto. Dicen que el médico le tenía prohibido el comer según qué carnes.